“Naturaleza, espiritualidad, fe, positivismo, alegría, paz, esas son las cosas que más inspiran a esta novel acuarelista en sus obras.
Christina es autodidacta, aunque estudió arquitectura siempre le ha gustado la pintura, también la escritura como medios de expresión y ha encontrado en la acuarela su válvula de escape y su mayor fuente de motivación artística, más que en su faceta como arquitecta.
A los 23 años, vivió un punto de inflexión tras un proceso de aprendizaje y transformación interior que la llevó a bautizarse en la Iglesia Católica. Según sus propias palabras: “”Desde bien pequeña he tenido fe y he estudiado diferentes religiones, sin suerte, me negaba a recorrer ese camino que tenía delante de mis narices y que había rechazado durante muchos años, con ideas y mensajes aprendidos que no eran realmente propios y que no me dejaban ver lo que finalmente iba a ser mi bálsamo de paz espiritual””. Desde entonces, su amor y admiración por la naturaleza y su fe han sido las fuerzas creativas detrás de cada una de sus obras.
Su arte tiene la intención de transmitir paz y positivismo, pero para Christina, el verdadero éxito llega cuando sus creaciones no solo tocan el corazón de quienes las contemplan, sino que también inspiran a otros a explorar su propio camino espiritual. Cada pincelada lleva su propósito de acercar a las personas a una reflexión más profunda sobre la vida, la naturaleza y su conexión con lo divino, siempre con un toque de esperanza. Y si, en el proceso, logra que una persona atea sienta una chispa de curiosidad por Dios, considera que ha logrado algo verdaderamente especial.